“Alguien
me habló un día que para Dios no hay nada imposible, que Él quería darme vida y
vida en abundancia.
Hace
aproximadamente 15 años me infecte de VIH. Decidí colocar mi confianza en Dios
para seguir adelante y romper así con la tristeza y la culpa. Él me dio las
ganas para vivir demostrándose su amor por medio de personas que rodeaban mi
vida. Por ejemplo, mi familia que es conocedora de esta realidad y son un
respaldo y apoyo, como también personas que son fuente de motivación para mí.
Dejé de pensar en la muerte y comencé a darle sentido a mi vida.
Al
principio, fue una noticia devastadora la cual nunca esperaba o me rondaba en
la cabeza, tal vez porque pensaba que eso les pasaba a otras personas. Tenía 19
años cuando me infecté. No sabía cómo iba a afrontar tal suceso en mi vida, me
sentía muy culpable; me alejé de la gente, estaba desesperado y en lo único que
tenía en mi mente era la muerte inminente sin haber hecho tantas cosas. He
conocido gente que apenas recibe el diagnóstico, la muerte los sorprende
prontamente y he visto a muchas personas ser discriminadas y juzgadas por tener
esta condición. Yo también he tenido que vivir los cuestionamientos de gente
que desconoce lo referente a esta enfermedad. Tuve que entender lo que estaba
viviendo por el VIH. Se trata de una infección que afecta el sistema
inmunológico, dejándolo sin defensas ante diferentes enfermedades que
lentamente y letalmente, terminarían con mi vida por algo llamado Sida, que es
una fase donde se presentan los síntomas y se manifiestan diferentes
enfermedades de esta infección. Tuve muchas dificultades en el acceso y
cobertura en el sistema de salud pero me pude asesorar para estar vinculado y
recibir la atención necesaria.
Actualmente
estoy bajo tratamiento y recibo medicamentos antiretrovirales mes a mes que
debo tomar todos los días; estos componentes frenan el proceso de
multiplicación del virus. Este tipo de tratamiento me permite estar estable.
Sin embargo, he tenido algunas dificultades por las medicaciones que han
generado reacciones alérgicas a lo largo de este proceso. He seguido las
recomendaciones médicas para adaptarme a la medicación complementándola con una
buena nutrición y en estos momentos me encuentro con muy buenas defensas para
contrarrestar los efectos del virus, el cual se encuentra en nivel
indetectable.
Recuerdo
aquel día que leyendo la Biblia, esperando respuesta a mi necesidad, encontré
este claro mensaje que acogí para mí: ¡No moriré, sino que he de vivir para
contar lo que el Señor ha hecho! (Salmo 118, 17). Esto apenas es el comienzo de
muchas cosas por hacer, decidí creer en el mensaje de Dios quien llenó mi vida
y me permitió resurgir ofreciéndome la posibilidad de brindar esperanza a las
demás personas. Me preparé, pude estudiar una carrera y ahora espero ofrecer
aquello que algún día alguien me presentó: el amor de Dios dándole esperanza a
mi vida”.